Las escenas del cine que más
recordamos por su valor interpretativo son aquellas en las que se muestran pérdida,
ira, llanto… sentimientos negativos. Permitidme que os comparta un vídeo de
youtube que ilustra lo que os intento explicar.
El creador del vídeo ha escogido las
escenas que la mayoría de nosotros escogeríamos, escenas en las que se muestran
la grandeza de los actores que las protagonizan. Esto me lleva a preguntarme:
¿por qué los sentimientos negativos nos parecen los más complicados de
interpretar?
Recuerdo una clase de actuación
en la que el tutor nos propuso un juego: que todos los presentes estábamos desnudos.
Inocente de mí, pensé que practicaríamos el sentimiento de la vergüenza en público.
Nada más lejos de la realidad. Desnudos, como imaginábamos estar, debíamos
matar a nuestros padres. Podíamos escoger el arma que quisiéramos, la mayoría ahorcaron
a sus oníricos padres con las manos.
Pocas son las clases de actuación
en las que hemos desarrollado sentimientos positivos. Las grandes interpretaciones
del cine que recordamos son las que los protagonistas sufren, gritan y lloran.
¿Por qué?
Porque la felicidad está
infravalorada.
Nos han enseñado a sobrevivir en sociedad
con una careta alegre. Se nos está prohibido llorar en público, gritar en la calle
y sentir pena por las desgracias que nos rodean. En la máscara que llevamos puesta
luce una sonrisa eterna. Es por ese motivo que nos sorprende ver a alguien
llorar en el cine. ¡Parece tan real! La alegría, por el contrario, pasa
desapercibida. La actuación de Leonardo DiCaprio en Titanic es recordada por la
muerte de Jack, no por las horas felices que compartió con Rose.
La máscara que llevo puesta es una máscara blanca, neutral. Pretendo alzar los sentimientos positivos de nuestra sociedad, aplaudir las sonrisas sinceras y los cálidos abrazos. Esta la opinión imparcial de un espectador que conoce los secretos que se esconden entre bambalinas.
Mi propósito para este nuevo año es llorar y reír por partes iguales. Os deseo la misma buenaventura, queridos lectores. Lloren. Sonríen. Disfruten. La fórmula de la felicidad está compuesta de sonrisas y lágrimas.
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