viernes, 31 de diciembre de 2021

Mañana 31/12/2021

 

Las escenas del cine que más recordamos por su valor interpretativo son aquellas en las que se muestran pérdida, ira, llanto… sentimientos negativos. Permitidme que os comparta un vídeo de youtube que ilustra lo que os intento explicar.



El creador del vídeo ha escogido las escenas que la mayoría de nosotros escogeríamos, escenas en las que se muestran la grandeza de los actores que las protagonizan. Esto me lleva a preguntarme: ¿por qué los sentimientos negativos nos parecen los más complicados de interpretar?

Recuerdo una clase de actuación en la que el tutor nos propuso un juego: que todos los presentes estábamos desnudos. Inocente de mí, pensé que practicaríamos el sentimiento de la vergüenza en público. Nada más lejos de la realidad. Desnudos, como imaginábamos estar, debíamos matar a nuestros padres. Podíamos escoger el arma que quisiéramos, la mayoría ahorcaron a sus oníricos padres con las manos.

Pocas son las clases de actuación en las que hemos desarrollado sentimientos positivos. Las grandes interpretaciones del cine que recordamos son las que los protagonistas sufren, gritan y lloran. ¿Por qué?

Porque la felicidad está infravalorada.

Nos han enseñado a sobrevivir en sociedad con una careta alegre. Se nos está prohibido llorar en público, gritar en la calle y sentir pena por las desgracias que nos rodean. En la máscara que llevamos puesta luce una sonrisa eterna. Es por ese motivo que nos sorprende ver a alguien llorar en el cine. ¡Parece tan real! La alegría, por el contrario, pasa desapercibida. La actuación de Leonardo DiCaprio en Titanic es recordada por la muerte de Jack, no por las horas felices que compartió con Rose.

La máscara que llevo puesta es una máscara blanca, neutral. Pretendo alzar los sentimientos positivos de nuestra sociedad, aplaudir las sonrisas sinceras y los cálidos abrazos. Esta la opinión imparcial de un espectador que conoce los secretos que se esconden entre bambalinas.

Mi propósito para este nuevo año es llorar y reír por partes iguales. Os deseo la misma buenaventura, queridos lectores. Lloren. Sonríen. Disfruten. La fórmula de la felicidad está compuesta de sonrisas y lágrimas.

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